lunes, 30 de enero de 2012

Propiedad intelectual, terrorismo y hecatombe.

“… leyes que atentan contra la libertad en la red en países hispanohablantes como la ley Sinde-Wert (España), Doring (México) o Lleras (Colombia).

Se está a punto de CENSURAR INTERNET A NIVEL INTERNACIONAL, a pesar de que la gran mayoría de los ciudadanos se oponen”.

”La ley SOPA pone en riesgo la libre expresión”.
Mexileaks

Autor: Darío Botero Pérez
Enviado por: Darío Botero Pérez

1/6 Instituciones e ideas caducas

Las convenciones sociales constituyen acuerdos de convivencia adoptados por los pueblos. Lo hacen ya sea porque sus integrantes se ponen de acuerdo en respetar unas normas definidas entre todos, como serían los casos del imperio de Mali, de algunas tribus tildadas de primitivas y que todavía sobreviven, o de los ciudadanos atenienses en el comienzo de la Historia. O porque se las imponen, mediante la violencia física y mental, los individuos más desalmados, cuya voluntad es ley, como ha sido lo característico en las sociedades dominantes en la Historia.

En el último caso, la estructura jerárquica o piramidal establecida obliga a cada uno a comportarse de acuerdo al rango que ocupe en ella, rindiéndole pleitesía a las convenciones que les otorgan grandeza, riqueza, poder y hasta falaz belleza a los poderosos, como lo dejó claro Borges con su “Historia Universal de la Infamia”, aunque su vileza sea patética y patente.

No hay consideraciones objetivas para la definición de normas sino la imposición de la voluntad de los más fuertes sobre los débiles. En estas circunstancias, la verdad social aceptada riñe abiertamente con la verdad verdadera que surge de la apreciación objetiva de la realidad, del reconocimiento de la dignidad de la Vida y del respeto a la madre Naturaleza.

En consecuencia, asuntos como el derecho de todo ser humano a disfrutar su Vida, ese maravilloso regalo que ha recibido de la Naturaleza y que nadie tiene derecho a negarle en términos antropológicos, es distorsionado abiertamente con posturas ideológicas que niegan la igualdad esencial reconociéndoles privilegios a los sicópatas y a sus siervos mientras les niegan derechos elementales a los subyugados.

Pero ya no podemos admitir tales opiniones arbitrarias, por muy reveladas por dios que quieran presentárnoslas, porque su impostura es innegable.

Ninguno de esos impostores tiene condiciones especiales que les permitan subyugar o dirigir a los demás, como lo pretendía Gadafi e insiste el repugnante asesino Bashar al Assad, y lo pretenden Nicolás Sarkozy, David Cameron o Angela Merkel, entre tantos peones del Club Bilderberg lacayos de los Rostschild.

Ellos siempre han sospechado su personal insignificancia, que ahora todos reconocemos, sin lugar a dudas, de modo que nos negamos a concederles prelaciones de cualquier tipo. Pero siguen esperándolas, basados en las arbitrarias concepciones que han impuesto como guías para la convivencia social, y que han extendido por el mundo entero mediante su “gobierno mundial en la sombra”, del cual la CoG o “Continuity of Government” impuesta a USA desde el gobierno de Dwight Eisenhower, es una expresión tan concreta como clandestina y mortal.

Ese perverso gobierno mundial único al servicio de los potentados, lo ejercen veladamente los gobiernos y los funcionarios lacayos que dicen representar a los ciudadanos en la defensa de sus intereses pero, realmente, se dedican a despojar a los pueblos de cualquier ejercicio de poder tanto como de la disposición de las riquezas creadas por el esfuerzo común o de las que brinda la geología en los paraísos en que se reproduce la vida.

Se vale de instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo o la Organización Mundial del Comercio, pero, sobre todo, de la antidemocrática Organización de las Naciones Unidas, para establecer su insípido, detestable, intolerable, ruinoso, ruin, despótico, expropiador y retrógrado Nuevo Orden Mundial.

2/6 Respuesta democrática

Debido a la existencia de tanta mentira y a las horrorosas consecuencias que conlleva seguirlas acatando, más bien exigimos el derecho inalienable a definir las nuevas convenciones sociales que nos permitan superar la Historia mediante la entronización de una sociedad gratificante para todos, respetuosa de la diversidad y de la madre Naturaleza.

Es la Sociedad Democrática Global que garantiza la conservación de la Madre Tierra como una obligación de todos los seres humanos, y que le permite a cada uno realizar plenamente sus talentos y disfrutar al máximo su vida aprovechando los enormes avances alcanzados por la especie.

No obstante, los trogloditas sobrevivientes en la Historia, apegados al pasado que los ha visto imponerse sobre los demás, nos quieren negar esa sociedad maravillosa que estamos en condiciones de establecer. Prefieren condenarnos a la miseria creciente para que, por ejemplo, nos sacrifiquemos para pagar las deudas contraídas por los gobiernos a instancias de los banqueros que monopolizan las finanzas a nivel mundial.

También nos ofrecen la guerra, las pestes y la hambruna como dilectos frutos del detestable e insoportable sistema jerárquico y consumista que está acabando con todo a un ritmo vertiginoso, pero que los desgraciados proyectan prolongar a través del tiempo, así sólo prometa sufrimientos sin fin para las mayorías.

Desde que los enemigos comunes logren conservar sus privilegios, poco les importa la suerte de sus víctimas, de modo que cambiarla depende exclusivamente de éstas. O sea, de ti, de él y de mí, pues nadie más está dispuesto a sacrificarse para que nuestras vidas mejoren en este Mundo.

En consecuencia, aunque los potentados lo exigen, de ninguna manera estamos dispuestos a seguir sosteniendo que la juventud está obligada a sacrificar sus vidas para proteger y enriquecer más a criminales como los Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfield, Bashar al Assad o los amos de todos ellos, los Rotschild, buscando que el imperio de los sicópatas despiadados y codiciosos se perpetúe.

De hecho, cada vez es más claro que ellos son los enemigos comunes de todos los pueblos, y que han logrado su presunta grandeza acudiendo a los métodos más criminales posibles y a las imposturas que intentan otorgarles superioridades que no tienen, y que nadie tiene, pues todos somos igualmente diferentes y dignos.

Su bajeza ha quedado al descubierto, en particular por su insólito crimen contra Nueva York, que quisieron asignarle al agente de la CIA, el petrolero y santón presuntamente islamista, Osama bin Laden, buscando justificar la guerra de civilizaciones que los obsesiona.

Por fortuna, la autoría de los atentados del 11-S de 2001 por parte de los halcones sionistas y wasp es innegable, de modo que tendrán que pagarlos si impedimos que nos sigan engañando, lo cual cada vez les queda más difícil a medida que los ciudadanos vencen la ignorancia a través de informaciones objetivas.

Están aterrados y desesperados por hallar maneras de prolongar su asqueroso régimen piramidal, que despoja a las mayorías hasta de su vida para que el bienestar de los potentados sea el máximo posible, pues gran parte de su grandeza la basan en la humillación de quienes carecen de poder social aunque sean tan dignos de vivir como cualquiera.

Afortunadamente, a medida que sus imposturas se hacen de conocimiento público, caen sus máscaras de grandes hombres especialmente dotados para manejar al resto, como lo demuestran las recetas improvisadas y desatinadas de Angela Merkel o de Christine Lagarde o del insignificante y ambiciosos Nicolás Sarkozy o del técnico Mario Monti o de cualquiera de esos genios reunidos en Davos para cocinar fórmulas novedosas que les permitan a los banqueros privados seguir controlando el mundo mediante el monopolio abusivo y convencional del convencional dinero, pues mediante éste se apoderan de las riquezas verdaderas, destruyendo la biosfera y condenando a los pueblos a verse privados de sus tierras fértiles, de sus aires puros y de sus ríos generosos, a cambio de papeles que no valen nada y que la FED imprime con absoluta irresponsabilidad para engañar a los acreedores y estafar a los países.

Basta una decisión de las mayorías para que las convenciones admitidas por la Humanidad sean otras, de modo que quienes se nutren de las existentes en la actualidad, impuestas por ellos mismos en su beneficio y contra los intereses de los pueblos, pueden ser desplazados tan rápido como lo decidamos.

Ni el dinero, inclusive ni las armas que han monopolizado los potentados durante el aterrador período que fenece, pero que son manejadas por elementos pertenecientes al pueblo, así sea como traidores obligados por la necesidad de sobrevivir, tienen más poder que el que les conceden sus víctimas, auténticos masoquistas por obligación, sometidos a toda clase de arbitrariedades porque sus verdugos han dispuesto de una fuerza enorme fundada en la brutalidad de quienes ejercen el poder y son capaces de cualquier crimen para mantener sus privilegios. También fundan su poder en la ignorancia, la superstición y el miedo en que mantienen sumidos a aquellos a quienes someten por la fuerza, el hambre y el embrutecimiento, pero que están abriendo los ojos, en gran parte gracias a Internet, para no volverlos a cerrar.

De hecho, a medida que la ciencia y el conocimiento racional se extienden, el oscurantismo pierde su influencia mientras sus representantes y defensores caen en el ridículo.

Ahora y cada vez más, valiéndose de los insólitos desarrollos de las telecomunicaciones y la informática, sus víctimas tradicionales tienen la capacidad para distinguir entre la Verdad que nos hará libres y las supercherías impuestas por quienes han mantenido a las mayorías divididas y enfrentadas, mediante el aislamiento, la ignorancia y el consecuente fanatismo.

Tan primitivo recurso lo cultivan exacerbando las diferencias que usan para presentar al otro como un enemigo irreconciliable en vez de como una fuente de saber y tolerancia, maravillosamente diferente pero igualmente digno, como lo están entendiendo las multitudes que se libran de su condición de masas informes y se vuelven seres humanos pensantes y deliberantes, respetuosos de los demás, integrantes de las multitudes conscientes que, mediante el ejercicio de la democracia directa, están cambiando la sociedad.

3/6 Puja por Internet

Estas someras consideraciones permiten explicar el ataque desmesurado a la red de redes por parte de los potentados, quienes la concibieron como un mecanismo de control tipo Gran Hermano, pero que están viendo horrorizados cómo está sirviendo para que los pueblos se relacionen directamente, identificando sus genuinos intereses y uniéndose en una gran hermandad global contra los enemigos comunes y su Nuevo Orden Mundial.

De ahí su interés en impedir que la información siga fluyendo sin censuras ni restricciones de carácter neoliberal, pues su libre disposición por todo el que se interese prefigura un nuevo mundo donde la propiedad privada se subordina a la propiedad social.

En estas nuevas circunstancias, a la propiedad privada le está vedado absolutamente apropiarse de las funciones y los monopolios públicos y de las riquezas naturales que los pueblos están obligados a proteger de la ambición criminal de los potentados interesados en apurar el Apocalipsis, y que el Neoliberalismo postula que les pertenecen a los exitosos potentados por derecho propio.

Con el propósito de mantener la subordinación de las mayorías junto a los privilegios infundados e insoportables de los potentados, éstos han acudido a atacar las facilidades brindadas por Internet para impedir que la Verdad se siga difundiendo a la velocidad de la luz. Les aterra que dote a cada ser humano de la seguridad suficiente para rechazar las acechanzas de los degenerados sicópatas que insisten en acabar con la Vida para mantener sus ya insostenibles privilegios.

Tal es el significado de los proyectos de ley presentados por algunos lacayos, como el nieto del estafador Carlos Lleras Restrepo en Colombia, según queda claro en el epígrafe a este escrito.

En USA se han conocido como las leyes SOPA y PIPA, afortunadamente rechazadas por la enorme presión social que ha inhibido a los parlamentarios para apoyarlas por el temor de perder el respaldo de los votantes.

Pero la abusiva clausura de MEGAUPLOAD demuestra que es un propósito al que no renunciarán, pues han entendido que si permiten que la información siga fluyendo a ese ritmo y con esas características de conquista social universal, pronto se derrumbarán las convenciones que condenan a las mayorías a la miseria y la esclavitud para que los potentados sigan imperando.

4/6 La despojadora “propiedad intelectual”

Acudiendo al mezquino egoísmo enfermizo que caracteriza a los parásitos miserables que se apropian del fruto del trabajo ajeno sin exponerse a pagar penas por su delito, las corporaciones que despojan a los creadores de sus aportes al enriquecimiento colectivo, se han inventado el concepto de “propiedad intelectual”.

Les ha servido para negarles a los demás el derecho a disfrutar las conquistas de la civilización gratuitamente, tanto como para expropiar “legalmente” a los creadores de sus creaciones, pisoteando los “derechos de autor”, pues la propiedad de lo que producen los autores generalmente se la apropian las corporaciones, de manera abusiva pero “legítima” según los despojadores, empobreciéndonos a todos.

Mediante la noción de “propiedad intelectual” pretenden seguir viviendo indefinidamente de las creaciones que logran apropiarse “legalmente”, de modo que impiden que la Humanidad se pueda beneficiar de sus conquistas acudiendo a argucias legales, absolutamente ilegítimas.

No obstante, tales marrullas jurídicas les sirven para robarse hasta las sabidurías ancestrales de las comunidades precapitalistas, cuyo carácter de patrimonio de la Humanidad es evidente pero que de pertenecer a alguien sólo podría ser a las comunidades que las han descubierto y desarrollado para beneficio de la humanidad y de la Vida y no de unos miserables acaparadores, que se consideran dueños de todo y amos de todos por designio de Yahvé o por cualquiera otra razón inaceptable.

A diferencia de las tribus que regalan sus saberes para beneficio de la Humanidad, las corporaciones que suelen robárselos carecen de cualquier sentimiento de piedad pues, como lo postuló Ayn Rand, su única obligación es aumentar sus riquezas y su poder indefinidamente, lo cual es absolutamente insostenible y demuestra los delirios mortales del Neoliberalismo.

Por eso no sueltan las patentes de las drogas de dominio público, que podrían salvar tantas vidas si no se viesen forzados los productores a pagarles regalías abusivas a las corporaciones que disponen de las patentes, y que son ajenas a quienes las descubrieron, esto es, a sus autores, que poco o nada se lucran de su aporte a la Humanidad.

La arbitraria razón para semejante absurdo que nos empobrece a todos, es que los poderes establecidos prefieren imponer las canalladas de los despojadores en vez de permitir que las mayorías se beneficien de los logros propios de la sociedad del conocimiento, forjada por el esfuerzo común de muchas generaciones y que necesariamente será abierta a todas las opiniones, independientemente del poder político, militar, ideológico y económico que las respalde o de los prejuicios que las desacrediten.

5/6 El turno de los pueblos

Las iniquidades que las convenciones sociales impuestas por las sociedades piramidales han tolerado durante el aterrador período que fenece, y que estamos obligados a inhumar lo más rápido posible, habrán de ser cosas del pasado si queremos sobrevivir dignamente.

Al efecto, es indispensable establecer nuevas convenciones de carácter abiertamente democrático, que pongan en evidencia los abusos de los potentados y sus siervos en todos los gobiernos.

No sólo debemos recuperar la soberanía financiera para los pueblos. También es necesario rechazar las imposturas de la democracia representativa tanto como las de los regímenes totalitarios que nos siguen agobiando, así como velar por la conservación de la Naturaleza que está amenazada de destrucción absoluta, en términos humanos, mediante las explotaciones mineras programadas en todo el mundo, pues el poder de depredación disponible es inconmensurable y capaz de arrasar con todo en menos de lo que canta un gallo.

Pero su impotencia para reparar algo de los daños que causan es igualmente notable, de modo que no podemos seguir tolerando semejante agresiones, aunque todos los gobiernos lacayos, sin excepción, se apuran por facilitarles sus depredaciones mortales a los petroleros y demás agresores del medio ambiente.

Inclusive, como Juan Manuel Santos en Colombia, hasta están dispuestos a aceptar que algo de las regalías por las que ceden abusivamente las riquezas naturales a las grandes corporaciones -que tradicionalmente les sirven a los políticos vendepatrias para adquirir alguna fortuna personal-, les lleguen a las comunidades.

Es un hecho insólito para los pueblos que tradicionalmente han sido saqueados y condenados a la hambruna eterna, como Haití. También lo es para los mismos habitantes ancestrales de la Guajira en Colombia, que llevan 30 años viendo como la Drummond se roba el carbón mediante pavorosas minas a cielo abierto que todo lo depredan, mientras ellos siguen en la misma pobreza, si los calificamos en términos capitalistas, pues, afortunadamente, conservan sus costumbres ancestrales, que son un verdadero tesoro para todos los pueblos.

Tan insólito comportamiento por parte de los potentados permite medir su desespero por destruir la biosfera evitando que los pueblos se opongan a tan aterrador designio, aunque no tendrán más remedio que hacerlo si aspiran a tener un futuro.

Para ello, la defensa de Internet es fundamental, pues mediante las argucias de la “propiedad intelectual” nos quieren privar de un poderoso instrumento, capaz de garantizar el ejercicio de la verdadera democracia, de modo que puede frustrar todas las agresiones contra la Vida planeadas por los sionistas apocalípticos y sus socios de todos los pelambres.

Desde luego que los autores merecen reconocimiento por su obra. Pero lo que sucede frecuentemente es que los potentados los despojan de ella para impedir que las multitudes se la apropien libremente.

También impiden que los autores reciban una justa compensación por su aporte, respetuosa de su derecho a subsistir con dignidad, lo cual es tan difícil en el presente pero será normal en la sociedad del conocimiento que a todos les garantizará su realización como seres humanos, eminentemente creativos, a quienes la sociedad protegerá y les ofrecerá todo lo que necesiten para realizarse, sin mezquindades ni derroches que atenten contra el medio ambiente.

De hecho, la sociedad que estamos en condiciones de establecer si recuperamos el poder y la riqueza para las mayorías, protegerá a cualquiera de sus miembros, aunque sea un zángano o un idiota que nada aportan al bagaje común, a no ser su singular existencia, tan respetable como la de cualquiera.

La necesidad de nuevas y ejemplares convenciones que rompan con las mentiras impuestas por los desalmados que nos han gobernado, es urgente e indispensable, pues sus atropellos han alcanzado niveles demenciales capaces de destruir la biosfera en un corto plazo, de modo que es indispensable reaccionar pronto o el Apocalipsis será inevitable.

6/6 Estrategias gastadas aún empleadas

Los pretextos para robarnos Internet son del mismo tenor de aquellos con los que le han arrebatado sus derechos civiles y sociales a los usanos, amedrentados por el terrorismo que fomenta y controla su propio Estado pero que le endilgan a organizaciones misteriosas cuya persecución autorizaría a los halcones para violar toda legalidad en cualquier parte.

Como la amenaza es tan pavorosa: perder la vida en un ataque terrorista alevoso, los ciudadanos prefieren ser afrentados por sus autoridades, que los consideran potenciales terroristas así se trate de ancianitas o niños indefensos, de modo que pisotean sus derechos sin piedad, con especial perversidad y saña.

De igual manera, el respeto al sagrado derecho a la propiedad privada monopolista -la única que merece respeto, según los potentados-, justificaría, para estos desalmados expropiadores de las mayorías, privar a los ciudadanos normales -no sicópatas y ajenos a los potentados- de sus derechos al conocimiento y la libre información, que han hallado en las TIC su cauce más idóneo.

Así como pisotean la presunción de inocencia para privar a los ciudadanos indefensos de sus derechos civiles suponiendo que todos somos terroristas mientras no demostremos lo contrario, insisten en calificarnos de piratas informáticos para robarnos los derechos a la libre expresión y otros cuyo ejercicio dará al traste con las sociedades piramidales para imponer las planas u horizontales en las cuales todos seremos reconocidos como esencial y legalmente iguales.

Pero, en este caso del ataque a Internet, es demasiado convencional, supersticiosa, abstracta, forzada, artificial, hipócrita, egoísta y mezquina la razón esgrimida para privarnos de derechos básicos conquistados por el esfuerzo creador de la Humanidad, que nos dotan de capacidades sorprendentes, aptas para desarrollar nuestra creatividad sin discriminaciones ni límites.

Por eso es tan evidente e inaceptable la perversa intención de impedir la difusión del conocimiento capaz de permitirnos superar las sociedades piramidales y consumistas al basar la grandeza individual y su aporte a la sociedad en el talento de las personas y no en su avaricia ni en su egoísmo torpe y miserable, o en su carencia absoluta de escrúpulos que las impulsan a acumular dinero y poder al precio que sea.

Por fortuna, la maniobra se está volviendo contra sus promotores, pues los ciudadanos saben que nada tienen que perder con un Internet permisivo, pero que censurarlo es inaceptable porque les roba su oportunidad para construir una sociedad digna, fundada en el conocimiento y la libre difusión de las ideas.

Si los autores desean obtener ingresos por sus creaciones, pues no deben hacerlas de dominio público sino ofrecerlas a través de sitios comerciales que protejan sus derechos. En tal caso, la difusión no autorizada de sus productos, mientras no hayan superado el plazo para convertirse de dominio público, podrá ser perseguida como una violación abusiva de un derecho individual, en caso de que el autor así lo exija.

Pero es inadmisible que con tan deleznables razones pretendan impedir el flujo de la verdad que nos está haciendo libres y que los potentados no saben cómo impedir que se difunda tan rápido, a la velocidad de la luz, lo cual puede acabar con su hegemonía en cuestión de días, si la Humanidad lo decide. Y toca decidirnos pronto si aspiramos a conservar alguna esperanza de que sobreviviremos.

Si dudamos, veremos transcurrir los últimos días. Sería el precio de nuestra indolencia. ¡Ojalá no tengamos que pagarlo y, más bien, les cobremos a los potentados todo lo que nos deben en vez de permitir que sigan cometiendo sus abusos letales y ruinosos!

Tenemos ese poder. ¡Usémoslo unidos, en vez de fortalecer con nuestra cobardía a esos seres despreciables, ambiciosos y sin escrúpulos que insisten en mantenernos como esclavos y se esmeran por diezmarnos!

Por desgracia, no es fantasía sino la cruda realidad que está matando a los sirios, los yemeníes, los bahreiníes, y a tantos pueblos más por todo el mundo, pues los potentados pretenden extender el exterminio al 95% de los humanos, como nos lo advirtieron Bill Gates y Ted Turner, supuestos filántropos defensores de la eugenesia de carácter maltusiano, esa recogida por los sabios protectores que anhelan reducirnos a 500 millones, según lo han consignado en las piedras guías de Georgia.

Por fortuna, estamos en condiciones de impedir que los cretinos asesinos dotados de involucionados cerebros de reptiles, sigan controlando el Mundo.

En particular, los egipcios, los libios y los tunecinos, que están definiendo nuevas reglas de convivencia después de liberarse de sus dictadores, tienen la palabra.

Pero es deber de todos apoyarlos sin restricciones en su meritoria labor, pues de sus resultados depende que empecemos a desbrozar y consolidar los caminos de la convivencia civilizada y gratificante para cada uno, en la aldea global, que refuerza la local, pues todas las culturas -como los individuos- han de gozar del reconocimiento que se merecen, siempre y cuando sean respetuosas de unas normas mínimas de validez universal.

Estamos ad portas de establecer una sociedad que a todos nos reconozca nuestra dignidad y se base en un ejercicio verdaderamente democrático, capaz de superar la impostura de las “democracias representativas” y sus perversas instituciones, eminentemente antidemocráticas, puestas al servicio incondicional de los poderosos contra sus víctimas, las mayorías despojadas y vilipendiadas.

De cada uno depende que sea posible, si nos apuramos a manifestarnos antes de que el punto de no retorno se imponga, como lo desean fervientemente los enemigos comunes, desesperados por destruir la biosfera con pretextos baladíes, como permitirles a las corporaciones extractivas que superen la crisis a que las ha sometido el sector financiero.

pero con consecuencias realmente funestas sobre los recursos no renovables.

De todos modos, saben que la actual crisis es insuperable a través de mecanismos económicos, pues la escasez que están causando deliberadamente tiene ese propósito: confirmar que la Tierra no puede sustentar en condiciones dignas a más de 500 millones, de modo que el exterminio de los 6.500 que sobran es una simple obra de misericordia y piedad masonas. La desarrollan paralelamente a las depredaciones al medio ambiente que reducen las tierras cultivables y envenenan las aguas potables, condenándonos a la hambruna y la sed.

Pero la forma más expedita de lograr su noble objetivo, claramente establecido como disposición de Yahvé, es desatar la tercera guerra mundial, con su concurrencia de armas nucleares que garantizan una mortandad inmensa.

O sea, como les queda imposible superar la crisis económica, aunque no sea sino por el agotamiento de los recursos mediante la aplicación anual de las recetas neoliberales, se apuran en desatar la guerra que la disolvería sin castigar a sus gestores pero deteriorando absolutamente la situación de sus víctimas, pues la guerra es la peor calamidad para la Humanidad ajena a los potentados que la promueven. Para éstos, es un negocio y una forma de vivir conservando privilegios inalcanzables para las mayorías.

De ahí el desespero de Benjamín Netanyahu por atacar “preventivamente” a Irán, aplicando la misma doctrina criminal que usó Bush para invadir a Irak, después de hacerlo con Afganistán, fundado en mentiras y atropellando abiertamente la soberanía de Pakistán, cedida por el cipayo que la gobernaba en ese entonces.

El destacado jefe sionista no duda de que con su ataque aleve e infundado podrá lograr lo que vienen preparando desde que derribaron las torres gemelas para asignarle la responsabilidad a los matones de al Qaeda, agentes de la CIA. Esto es, desencadenar la “guerra de civilizaciones” que USA, en representación del polo cristiano, no dejará de apoyar.

No en vano es la colonia más fiel, armada y poderosa del imperio sionista, de modo que sólo falta provocar a los árabes y los musulmanes lo suficiente como para que protesten con cierta contundencia a fin de involucrarlos en la guerra que les permitirá a los sionistas alcanzar su Armagedón con su consecuente Juicio Universal y el traslado en cuerpo y alma de los 140.000 justos al Paraíso.

Sin duda, la amenaza es grave y no tiene nada de fantástica. De hecho, la hecatombe está bastante avanzada, de modo que frenarla y revertirla cada día es más difícil. Y si nos roban a Internet, puede volverse imposible de vencer, pues el fanatismo cundiría sin manera de denunciarlo y combatirlo con la Verdad.

Por eso tenemos la obligación de impedir el despojo de la enorme conquista a la mayor brevedad, pues el tiempo está contra nosotros mientras no derrotemos a los potentados y sus sirvientes, que tan adelantado llevan su Armagedón y planean completarlo antes del fin de este año 2012, tan emblemático y retador.

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