La llamada Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas (LCWR, por sus siglas en inglés) agrupa a unas 1.500 superioras, que representan a un 80% de las 57.000 monjas que residen en EE UU.
La organización se creó en 1956, a petición del propio Vaticano, para unificar las posturas doctrinales de las hermanas norteamericanas en su labor de apostolado. El Vaticano ordenó una revisión de sus actividades en 2008, al recibir de diversos oficiales católicos quejas por supuestos desvíos doctrinales.
Después de una investigación, la Congregación para la Doctrina de la Fe -la antigua Inquisición-, que ahora lidera el cardenal norteamericano William Levada, anunció una reorganización integral de la agrupación,
En el informe del Vaticano, la Congregación para la Doctrina de la Fe identifica cuáles son las infracciones más graves cometidas por las hermanas norteamericanas. “La situación doctrinal y pastoral de LCWR es grave, y un asunto de seria preocupación, dada la influencia que LCWR ejerce sobre las Congregaciones religiosas en otras partes del mundo”, asegura.
El Vaticano critica que las hermanas norteamericanas sancionadas “protesten contra las acciones de la Santa Sede en asuntos como la ordenación de mujeres o el adecuado enfoque pastoral sobre el ministerio a personas homosexuales”.
De acuerdo a las autoridades eclesiásticas, entre las monjas prevalecen “ciertos temas feministas radicales, incompatibles con la fe Católica”. “Es más, algunos de sus comentarios sobre el ‘patriarcado’ deforman el modo en el que Jesús estructuró su vida sacramental en la Iglesia; otros incluso minan las doctrinas dadas sobre la Santa Trinidad, la divinidad de Cristo y la inspiración de la Sagrada Escritura”.
“A la presidencia de LCWR le han sorprendido las conclusiones de la evaluación doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe”, dijo la agrupación investigada en un comunicado, emitido este jueves. “Dado que las líderes de LCWR tienen la costumbre de reunirse anualmente con el personal de la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma, y dado que la Conferencia sigue canónicamente unos estatutos aprobados doctrinalmente, el anuncio se considera sorprendente”.
En el documento del Vaticano se critica la relación de LCWR con Network, un grupo de presión radicado aquí en Washington, creado por 47 monjas hace cuatro décadas y cuya finalidad es avanzar políticas en consonancia con un ideario de justicia social católica decididamente progresista.
Durante el debate de la reforma sanitaria de Barack Obama, que ahora estudia el Tribunal Supremo, Network apoyó públicamente al presidente. Recientemente, diversos obispos criticaron esa norma, por, entre otras cosas, haber intentado imponer a las instituciones afiliadas a grupos religiosos que ofrecieran cobertura de anticonceptivos a sus empleados.
Paralelamente a esa investigación, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ordenó en 2008 lo que se conoce como una visita apostólica a las organizaciones de mujeres religiosas de EE UU. La lideró la madre Mary Clare Millea, superiora general de los Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús, que envió su informe al Vaticano enero, sin revelar sus principales conclusiones.
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